Adolescentes enamorados, hormonas y móviles
Miércoles 15 de Febrero 2017
¿Tenemos adolescentes (o preadolescentes) en casa?, ¿ya han tenido su primer novio/a? De todas formas seguro
que ya les hemos visto con el “pavo”, tonteando con otros compañeros. Nosotros ya lo hemos vivido y sabemos que es normal ese interés por buscar pareja, por explorar su sexualidad. Lo ideal es tratar de mantener con ellos conversaciones abiertas y naturales sobre el amor, el sexo, las relaciones de pareja, teniendo muy presente todo lo relacionado con su seguridad. Pero además deberíamos empezar ya a tener en cuenta el fenómeno del sexting. Hoy en día viven pegados a sus móviles y estos les abren nuevas posibilidades en todos los sentidos:
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Tonteando por el móvil: para ellos es habitual tratar de llamar la atención de otra persona, despertar su curiosidad e interés y ¿por qué no? ligar con ella a través del móvil y de Internet. De este modo pueden enviarse mensajes con una cierta carga sexual e incluso fotos más o menos íntimas, sugerentes e incluso explícitas.
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Jugando en pareja: en ocasiones se piden este tipo de fotos como prueba de confianza mutua, como un juego de pareja o como una exploración de su propia sexualidad. A estas edades las relaciones se viven muy intensamente, todo es perfecto, es un amor para siempre, ¿qué podría ir mal?, aunque luego la realidad habla de relaciones muy cortas, cambios de pareja…
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Integrándose en el grupo: el entorno en el que se mueven los menores también les condiciona. Mensajes como que “todo el mundo lo hace”, “qué soso/a”, “ya somos mayores”, “por una foto no te va a pasar nada”, además del deseo de formar parte del grupo aumentan la presión de quienes no se sienten a gusto con el envío de ese tipo de imágenes.
Pensar que nuestros hijos adolescentes puedan estar enviándose mensajes sexuales y fotos con cierto grado de desnudez puede parecernos algo absolutamente increíble, o bien verdaderamente alarmante, pero hemos de ser conscientes que su motivación no es muy diferente de la que teníamos a su edad cuando, por ejemplo, nos vestíamos provocativamente y con mucho maquillaje (lo que tanto alarmaba a nuestros padres). Se trata fundamentalmente de una manera de expresar sus inquietudes y explorar su sexualidad, sin que esto quiera decir que ya sean activos sexualmente.
Pero, ¿dónde está el problema?
Aunque nos parezca una práctica poco habitual o algo propio de la intimidad de una pareja, se trata de una práctica de riesgo bastante extendida que les puede traer consecuencias negativas a los adolescentes. Ya sabemos que en esas edades es difícil hacerles conscientes de los posibles riesgos y consecuencias futuras de sus acciones.
“Es una forma de expresar su curiosidad sexual, lo que no implica que ya sean sexualmente activos”.
En el momento en que envían una de esas fotos pierden el control sobre ella. La otra persona puede reenviarla, y cualquiera a quien le llegue puede retocarla, utilizarla para humillarle, acosarle, vengarse de ella (por ejemplo ante una ruptura), chantajearle (económica o sexualmente)… Además, puede llegar a muchas personas y perdurar online durante mucho tiempo, con lo que se amplía el daño a su imagen y reputación online. Asimismo, podría llegar a circular en redes de pornografía infantil o incluso caer en manos de un pederasta con peligrosas intenciones. Podemos ver un ejemplo de lo sencillo que es retocar una imagen “inocente” con otros fines en este vídeo del Gobierno de Paraguay.
Aunque la otra persona sea merecedora de su confianza, la imagen ya está al menos en un servidor de Internet y en los teléfonos móviles de ambos protagonistas. ¿Qué pasaría si alguien consigue acceder a ese servidor o a uno de los teléfonos? Son habituales las noticias de filtrado de datos privados en servicios online, igual que son frecuentes los casos en los que un menor le “cotillea” el móvil a un compañero en un descuido (teléfono desbloqueado o sin la debida protección de pin o clave de desbloqueo), e incluso alguien puede robar el teléfono, o se puede estropear y tener que mandarlo a reparar…
Por otra parte, si además la persona que envía la foto lo hace sin estar convencida de ello, por la presión de su pareja, podría suponer un indicio de que existen otros problemas en su relación. En el caso de una pareja “virtual” (por ejemplo, conocida a través de redes sociales o una aplicación de ligoteo), debemos estar aún más al tanto, puesto que la persona al otro lado de la pantalla puede no ser quien dice ser.
En familia, ¿qué podemos hacer?
Lo fundamental es ser conscientes del momento de desarrollo que están viviendo nuestros hijos, estar al tanto de su día a día y hablar con ellos de manera natural y cotidiana. No se trata de meterles miedo sobre los riesgos de Internet, sino de empatizar con ellos, reconocer sus inquietudes a nivel emocional, de relaciones, e incluso respecto a su sexualidad, para ayudarles a ser conscientes de los riesgos de una exposición excesiva de su intimidad a través del móvil e Internet.
Si además aprovechamos para tratar con ellos temas tan importantes como la afectividad, el sexo y las relaciones de pareja (por ejemplo, para reconocer lo que es cariño y lo que no lo es, como los celos o el control), estaremos fortaleciendo su autonomía a la hora de tomar decisiones.
En Internet Segura for Kids podéis encontrar información básica sobre el sexting, y respuestas a las preguntas más habituales, como por ejemplo: “Ha compartido una foto desnudo, ¿qué puedo hacer?”, “He encontrado o me han enviado una imagen íntima de un menor en Internet”, “Me han pedido una imagen íntima a través de Internet” o “¿Cómo puedo hablar con mi hijo o hija sobre los riesgos de Internet?” entre otras.
También son recomendables los vídeos de PantallasAmigas sobre sexting, y los que se dirigen expresamente a padres y madres de ThinkUKnow (en inglés).
Fuente e imagen: https://www.is4k.es